Desde el fuego.
Si una busca en el fondo y sacude bien las pelusas, o levanta la alfombra y observa debajo de los muebles o se desprende el vestido y abre el pecho de cara a la mañana dejando que el sol entre - pero que entre bien- y caliente tanto que queme que prenda fuego adentro: el cuerpo los huesos la carne que hierva la sangre. Todo. Toda. Completa, no existirá así otra posibilidad que de las cenizas nazcan verdades tan ardientes que nos incendien de nuevo.