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Tarde gris.

La tarde se puso oscura

y el cielo se tiño de gris

todavía el viento no tiene la fuerza

para hacer lagrimear a las nubes.

Pero a mi sí me pego con fuerza,

me golpeo entera

Y entre el matecito caliente,

me meriendo algún suspiro

que sin querer queriendo

se cae dentro del tarro de azúcar

y lo revuelco

jugando con la cuchara

para poder cambiarle el gustito.

Ahora sí se largó la lluvia,

de todas formas a mi

ya me había empapado.

El agua borró lo que quedaba de la mascara

dejando a mano nada más que verdades.

Al fin

por fin

por fin

vi mi rostro en el espejo.


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